jueves, 12 de diciembre de 2013

¿PAYASO YO?

César Platas Brunetti

            Todos queremos que se nos tome en serio. Queremos que las verdades que decimos “vayan a misa” y ser un ejemplo de éxito personal ante los demás. Para ello urdimos una imagen idealizada de nosotros mismos e intentamos que los que nos rodean la acepten y respondan a ella como si fuera real. Nos presentamos de una manera especial ante los otros, con una ropa determinada, con gestos y poses acordes a dicha imagen. Realizamos presentaciones, varios currículum vítae, perfiles en Feceboock y/o Linkedin, whatsapp, etc., para promocionar esta tarjeta de presentación que hemos creado. Con todo esto acabamos siendo tan esclavos de nuestra imagen pública, que hasta nos olvidamos de vivir.

            Conozco varios casos, tanto a nivel profesional como personal, en los que el tiempo exigido para mantener al día todas estas herramientas de comunicación del “Yo y Mío” va fagocitando, poco a poco, el tiempo dedicado al ocio, el laboral e, incluso, el tiempo de ser nosotros mismos en sociedad. Mantener esta invención de nuestra mente calenturienta nos va, paradójicamente, despersonalizando y alejando de nuestra auténtica naturaleza. Lo llamativo es que, por otro lado, hacemos culto de lo auténtico, ser uno mismo de verdad, como la máxima aspiración en esta vida (auténticos tejanos, auténtico sabor mediterráneo, un auténtico ser humano, etc.).
 
            Si, por cualquier razón, esta fachada se ve cuestionada de alguna manera nos descentramos, nos ponemos “fuera de sí” (en realidad “de mí”) y perdemos los papeles. Papeles… eso es exactamente lo que es esta fachada… papeles. Papeles que representamos como un actor en el proscenio o, más exactamente, un payaso ante su público. Para experimentarlo no hace falta recurrir a sutiles argucias psicológicas. En la amistad tenemos una fuente inagotable de recursos para reírse cada quien de sí mismo, pues nunca falta el gentil amigo que te dice -por ejemplo:
-¿Con qué rima fracaso?
-No sé (contesta uno).
-Con tu cara,
 payaso.
 Con tu cara.
Si alguien nos grabara la cara que se nos queda después de semejante diálogo, seguramente denotaría fracaso y pensaríamos algo así como; “Y…, porque es amigo. ¡Que si no!…” Esta respuesta es un claro indicio de que no estamos viviendo nuestra vida de manera relajada y auténtica.

            Mientras escribía esto me topé con la noticia de un experimento que realizaron con pacientes de cáncer. Consistía en cambiar su imagen mientras ellas permanecían con los ojos cerrados y luego al abrirlos: ¡Sopresa! recibieron algo mucho mejor que ilustra lo que venimos comentando; compruébenlo ustedes mismos:
http://www.huffingtonpost.es/2013/12/12/pacientes-con-cancer-positividad-xyz3_n_4425734.html?utm_hp_ref=spain

            Todos tenemos virtudes y defectos, claroscuros y, si no somos capaces de integrarlos en nuestra concepción mental de lo que soy, lo más probable es que acabemos por no ser más que la caricatura de un ser humano. Y, como ya sabemos, las caricaturas mueven a risa a quién las ve.

Dicho de otra manera: “Cuando uno deja de reírse de sí mismo es momento de que otros empiecen a reírse de él” (Thomas Szasz).
 
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jueves, 5 de diciembre de 2013

PSICOLOGÍA DEL AMOR (IV):
¿Qué es el Amor?

Mª Teresa Rodríguez Álvarez

             Hemos considerado algunas cosas que no son amor, veamos ahora lo que sí consideramos amor. 
 
            Una característica importante del Amor es la de mantener y preservar la distinción entre uno mismo y el otro. El que ama genuinamente percibe a la persona amada como alguien que posee una identidad separada, respetando y alentando esa individualidad y la independencia. El Amor respeta la individualidad, en parte porque necesita a “un otro” a quien amar y hacia quien abrirse extendiendo las fronteras del yo.
 
           El Amor expresa ese respeto a la individualidad del otro como autenticidad, expresividad afectiva, comprensión empática, capacidad para escuchar, receptividad y aceptación. La congruencia o autenticidad se refiere a la capacidad de revelar el mundo interior de modo abierto y directo. La expresividad es la capacidad de demostrar cariño verbal y físico o corporalmente. La comprensión empática se refiere a la capacidad de entender los sentimientos del otro y de identificarse con ellos. Otros recursos son: escuchar activamente, sin evaluar, con paciencia y aceptar la subjetividad del otro con sus diferencias.
 
           En el proceso de conformación y consolidación del Amor en una relación de pareja la intimidad resulta esencial, porque supone compartir lo más profundo de ambos, para lo que se requiere madurez psicológica y habilidades comunicativas entre otros factores. La intimidad se desarrolla mediante la comunicación afectiva y suele caracterizarse por un sentimiento recíproco de aceptación, entrega, confianza y ternura. Puede manifestarse a través de  palabras,  gestos y por el contacto físico, este último desempeña una importante función en la expresión de la ternura.
 
           Un elemento consustancial de la intimidad de la pareja lo constituye el contacto sexual que está interrelacionado con el acercamiento físico y emocional. Cuando se logra la conjunción de ellos con el sentimiento de Amor resulta una relación profunda que se construye poco a poco en el interactuar de la pareja.

         El compromiso es el fundamento, la firme roca, de toda relación genuina de Amor. Comprometerse profundamente no garantiza el éxito de la relación, pero ayuda a asegurarla, aunque el compromiso implica asumir riesgos. El compromiso manifiesta la firme decisión de poner la voluntad al servicio de amar a una determinada persona, idea o actividad. Evidencia la comprensión de que el Amor es una elección, una decisión, que elegimos decididamente amar, abriéndonos y entregándonos a la persona o objeto amado.
 
           El Amor es productivo, genera vida, crecimiento, evolución. Cuando amamos, ponemos la acción al servicio del Amor con dedicación y cuidado que se transforma en creación de: hijos, ideas, proyectos comunes u otros frutos. Son los hilos del tejido del amor que se entrelazan para tejer la red de la Vida.
 
           La experiencia del Amor verdadero tiene que ver con la ampliación de los límites del yo extendiéndolos hacia el objeto amado por el que nos sentimos atraídos,  entregándonos a él y comprometiéndonos con él, sin perdernos en él. En este proceso también incorporamos psicológicamente en nosotros una representación de ese objeto y en virtud de esa incorporación hemos crecido y las fronteras del yo se han extendido.
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