PSICOLOGÍA DEL AMOR (I):
¿Enamorarse es amar?
Mª
Teresa Rodríguez Álvarez
Existe
mucha confusión respecto a la naturaleza del Amor y esta confusión causa mucho
sufrimiento. De todas las falsas concepciones del Amor, la mas fuerte y
difundida es la creencia de que “enamorarse
es amar” o por lo menos que ésta en una de las manifestaciones del Amor.
Cuando una persona se enamora suele expresarlo diciendo “te amo” o “lo amo”,
pero a poco que profundicemos se pone de manifiesto que esta experiencia subjetiva
tiene relación con una experiencia
erótica, ocurre unida a la atracción sexual está, por lo tanto, vinculada
con el sexo. Por otro lado, es invariablemente transitoria, tiene fecha de caducidad, desaparece en la medida que
permanecemos el suficiente tiempo con esa persona y la conocemos. No desaparece
el amor sino la sensación de éxtasis que caracteriza la experiencia.
La experiencia de enamorarse tiene
ecos de regresión a la fusión infantil con la madre y nos produce la misma
omnipotencia, unidos con la persona de la que estamos enamorados sentimos que
todo es posible, podemos vencer todos los obstáculos. Así como la realidad de
que es un ser separado de la madre y del mundo, irrumpe en la fantasía del niño
alrededor de los dos años, también la
realidad irrumpe en la fantasía de unidad de la pareja enamorada. Tarde o
temprano, la individualidad de cada
miembro de la pareja volverá a afirmarse en respuesta a los problemas de la
vida diaria y así, los dos, en la intimidad de sus corazones, comenzarán a
comprender penosamente que no son uno con la persona amada, que ésta tiene y
continuará teniendo sus propios deseos y gustos. Una a una, poco a poco (o
súbitamente), las fronteras del yo vuelven a erigirse en su lugar y los
miembros de la pareja dejan de estar enamorados. De nuevo son dos individuos
separados. En este punto comienzan a disolverse los lazos de su relación o bien
se inicia la obra del Amor.
Al emplear
la palabra Amor con mayúscula, quiero decir implícitamente, que la percepción
que tenemos cuando estamos enamorados es una percepción falsa, que nuestro
sentido subjetivo de amar es una ilusión.
El Amor es una decisión consciente,
un acto de voluntad para extender las fronteras de uno mismo. El enamorarse no
supone una ampliación de nuestros límites, sino que es un derrumbe parcial y
transitorio de esas fronteras. El Amor es una experiencia de permanente
extensión de la personalidad.
El enamorarse tiene poco que ver con
la finalidad de promover el desarrollo de conciencia, en parte, porque mientras
dura ese estado hay una sensación de plenitud que hace que no nos demos cuenta
de si nosotros, o nuestro objeto de pasión, necesita algún desarrollo para
mejorarse. Por el contrario, lo percibimos como un ser casi perfecto, los
defectos parecen pequeños caprichos o particularidades que le hacen más
especial a nuestros ojos.
Probablemente
el colapso transitorio de las fronteras del yo, que es enamorarse, constituye
una respuesta estereotipada de las pulsiones sexuales programadas en los genes
para el apareamiento y la supervivencia de la especie, de hecho, las últimas
investigaciones en neurociencia describen los cambios químicos que se producen
en el cerebro al enamorarse, lo que lleva a una expresión muy de moda: “la
química del amor”. Tiene como característica la ilusión de que va a durar para
siempre; en nuestra cultura semejante ilusión se ve fomentada por el mito tan
difundido del amor romántico, como el que trasmite la opera de “Tristán e
Isolda” y en los cuentos de hadas, cuentos en los que el príncipe y la princesa
una vez unidos viven siempre felices. El mito del amor romántico nos dice, que
para cada joven del mundo hay una joven
que le está destinada y viceversa. Además el mito implica que hay sólo
un hombre destinado a una mujer y sólo una mujer a un hombre, lo cual está
predeterminado por los astros y cuando encontramos a la persona a la cual
estamos destinados, la reconocemos al enamorarnos de ella; nos hemos encontrado
con la persona señalada por el cielo y la unión será perfecta por siempre.
Pero, ¿qué
ocurre? Con el paso del tiempo y la convivencia surgen fricciones, no nos
sentimos satisfechos en todas nuestras necesidades, ni satisfacemos a la otra
persona, no llena todos nuestros vacíos, volvemos a sentir soledad, ya no somos
uno. Entonces, pensamos que nos equivocamos, interpretamos mal las señales y
volvemos a comenzar la búsqueda de la “media naranja” que nos complete o nos
resignamos a vivir una vida sin amor. Sin comprender que no existe la “media
naranja” y que el verdadero Amor es aquel que nos impulsa a ser “naranjas
completas” que comparten la vida y se
relacionan desde su completitud.
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