martes, 17 de octubre de 2017

CONCIENCIA VIRTUAL



          César Platas Brunetti

            En esta época de desarrollo tecnológico, imparable y vertiginoso estamos asistiendo a una carrera desesperada por superar los límites. En otras épocas éstos estaban marcados por el confín de los continentes, el de los mares y más recientemente el del espacio. Aún seguimos trabajando en esta tarea inabarcable, pero hemos añadido uno el de la Conciencia.

            Desde siempre las ciencias tradicionales dedicadas al ser humano (filosofía, biología, psicología, sociología, etc.) han estado volcadas en este empeño. Ahora, se le ha sumado la IA (inteligencia artificial). Y en este nuevo frente abierto se han volcado desde diferentes ámbitos científicos multitud de profesionales.

            En la primitiva Grecia las ciencias estaban reunidas en el Filo-Sofos (amante de la sabiduría), así Platón o Aristóteles, trataban de ello; aunque el segundo, en un afán de sistematizar el conocimiento, comenzó a separar estos ámbitos científicos. Así hoy, cuando el biólogo habla de vida lo hace desde una óptica especial y podemos encontrar, a nivel literario, con Mary Shelley y su “Frankenstein” una aproximación de esos límites.

            Desde el punto de vista psicológico es donde más debate hubo y hay en la actualidad, ya que según sea la definición de la conciencia así será la ciencia. Y en este campo pasamos de una Conciencia que fluye desde la óptica dela Psicología Profunda a una basada en Estímulo-Respuesta como átomos que definen la conducta humana. Como veis “para todos los gustos”.

            Ahora bien, la IA aporta algo distinto. Primero: la posibilidad de crear una conciencia basada en programas de software y en esto ya se está trabajando. Y segundo (lo que parece más ciencia ficción aún, si cabe): transferir la Conciencia de un ser humano a una máquina. En esta segunda línea de trabajo está colaborando incluso el Dalai Lama. Cabría la posibilidad de reproducir los patrones mentales del individuo y trasvasarlos a una máquina o robot, donde los patrones mentales migrados engendraran la misma “habilidad de la conciencia humana”.

            Estos trabajos de IA, recuerdan en muchos casos al Frankenstein de Shelley; mas no debemos dejarnos arrastrar por miedos ancestrales y considerar seriamente las posibilidades que nos ofrece esta tecnología. Hay que tomar conciencia (valga la redundancia) de los alcances de la misma para saber exactamente hacia dónde queremos dirigirnos. Si no prevemos, y por ende decidimos y legislamos, las implicaciones de las decisiones que tomamos acabaremos siendo Demiurgos de pacotilla que no saben lo que se traen entre manos.

            Una de las primeras aplicaciones que vienen a la mente es la de la “vida eterna”, de nuestra conciencia, claro. Pero ¿podemos llamar “vida” a estar encerrados  en una máquina sin inputs de los sentidos y sin estructura bilógica que los sustente? Vale, vale; ya sé que existen cámaras y sensores, pero desde luego no sería lo mismo (a estas alturas veo la cámara y la pantalla de mi ordenador con cierto respeto). Y ¿qué pasaría si alguien desconecta mi máquina  o me quita la batería?, ¿sería un asesino y habría que juzgarlo y condenarlo a muerte? Y son sólo dos preguntas al azar.

            En cuanto a lo de la vida eterna, recuerdo un cómic argentino “El Eternauta, el viajero de la eternidad”, cuyo sólo título dio pie a infinidad de reflexiones. Vida eterna: ¿para qué? ¿Te lo has preguntado alguna vez? Creo que mejor haríamos en poner los pies sobre la tierra y saber ¿qué haremos con esta limitada y maravillosa vida que poseemos?

jueves, 31 de agosto de 2017


Detox.
DETOX EN OTOÑO
PARA MENTE Y CUERPO
M. Teresa Rodríguez Álvarez
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Fin del verano, es época de preparar nuestro cuerpo y mente para afrontar los desafíos que nos traerá el nuevo ciclo vital que comienza. Si bien, con la llegada del otoño la naturaleza se prepara para el reposo, nosotros actualmente vivimos desconectados de los ritmos naturales y por el contrario, comenzamos un período de mucha actividad para lo cual necesitamos fortalecer nuestro sistema físico y psíquico.

La desintoxicación mental es una condición necesaria de integridad física y mental. El precio de la exposición continua a estresores habituales es alto. Las actuales investigaciones indican que el estrés crónico tiene implicancias en el funcionamiento cerebral. Cuando estamos estresados nuestro cuerpo produce cortisol que, en el corto plazo, nos provee de la energía que necesitamos para enfrentar las amenazas de la vida diaria. Si la respuesta al estrés es excesiva también lo es la producción de cortisol, con efectos dañinos sobre el hipocampo, que es una estructura vital en la consolidación de la memoria.

Por otro lado, vivimos en mundo plagado de contaminantes ambientales que tienen una notable influencia en nuestra salud. Y, probablemente, durante el verano relajamos un poco nuestros hábitos de alimentación, sin prestar demasiada atención a lo que estamos ingiriendo. Es momento de preguntarse: ¿qué hemos hecho con nuestra alimentación? Tomar consciencia y liberar nuestro cuerpo de los tóxicos acumulados y de esta forma lograr un mejor funcionamiento del organismo, fortalecer el sistema inmunitario y aumentar el nivel de energía.

¿Qué podemos hacer para disminuir la carga tóxica?

Nuestro cuerpo está muy bien equipado y posee filtros para evitar que los tóxicos se acumulen. Estos filtros son: el hígado, el intestino, los pulmones, la piel y los riñones. Es necesario colaborar con ellos para aumentar la eficacia de los procesos fisiológicos por los que el cuerpo identifica, neutraliza y elimina sustancias tóxicas.

Después del desarrollo industrial son muchos los compuestos químicos presentes en el medio ambiente que son extraños al metabolismo natural de los seres vivos; a ese conjunto de sustancias referidas como ajenas o extrañas a los organismos vivos, se les denomina xenobióticos. Se consideran xenobióticos a tóxicos químicos como las dioxinas y los PCBs, los contaminantes estrogénicos artificiales, los metales pesados, así como a los hidrocarburos aromáticos policíclicos y la acrilamida, entre otros.

Los alimentos pueden actuar como vehículo de entrada al organismo de una serie de contaminantes ambientales que se incorporan al alimento por diversas circunstancias: fertilizantes, insecticidas o herbicidas (usados en agricultura), fármacos aplicados en la cría del ganado, contaminantes industriales que se acumulan en la cadena alimentaria, compuestos utilizados en el envasado y otros que son el resultado de un proceso de cocinado. El hígado es el que, fundamentalmente, maneja este tipo de toxinas.

La mejor fuente de desintoxicación se encuentra en una dieta de alta calidad. Lo que una persona evite comer es tan importante como lo que se incluye en una dieta saludable. Este tipo de dieta es rica en alimentos frescos y pobre en alimentos procesados (se acerca a no incorporar ninguno), en particular los que contienen conservantes sintéticos y/o aditivos. Otros grupos con los que hay que tener cuidado son los residuos de pesticidas, colorantes sintéticos y ceras que se encuentran en los alimentos; pueden evitarse consumiendo fuentes orgánicas de alimentos integrales. También deben evitarse los pescados de gran tamaño por el alto contenido en mercurio. 

Si se quiere tener un hígado sano, se debe permanecer definitivamente alejado de tres cosas: las grasas saturadas, las grasas hidrogenadas y parcialmente hidrogenadas, el azúcar refinado y el alcohol. Los alimentos especialmente ricos en factores que ayudan a proteger el hígado de daño y que mejoran la función hepática, incluyen: alimentos de la familia de las Crucíferas (col, brócoli y coles de Bruselas), alimentos ricos en vitaminas B (levadura de cerveza, cereales integrales), alimentos ricos en vitamina C (pimientos, col y tomates).

La desintoxicación intestinal comienza con una dieta rica en fibra. Es uno de los aspectos más importantes para reducir la acumulación de toxinas. A través de la expulsión con las heces, el organismo elimina toxinas de bacterias intestinales y toxinas liposolubles excretadas con la bilis.
Se puede ayudar a los riñones en su función de desintoxicación evitando un consumo excesivo de proteínas y bebiendo cantidades adecuadas de agua. 

Apoyamos la desintoxicación cutánea a través de la sudoración realizando ejercicio moderado, que también aumenta el flujo sanguíneo del tejido adiposo y la liberación de toxinas almacenadas. 

La actividad física y las vacaciones parecen ser la mejor cura desintoxicante para cerebros saturados por el estrés. Pero ahora, ya hemos regresado de nuestras vacaciones y es fundamental adquirir herramientas para no dejarse abrumar por el estrés, bajar los altos niveles de ansiedad y sentirse seguros a la hora de enfrentar los nuevos retos.

Además, de la actividad física serán muy recomendables las técnicas de: auto-reflexión, tales como la psicoterapia, práctica de pensamientos positivos, la meditación y otras de relajación. Técnicas que ayudan a permanecer en el presente y apoyan a la adecuada gestión del estrés y, por supuesto, medidas de autocuidado como la alimentación sana, compartir con otros y descansar. 

Debemos considerar la desintoxicación como un planteamiento multifactorial. Las recomendaciones básicas serían las siguientes:

  1. Practicar ejercicio todos los días, como el yoga y caminar (especialmente en ambientes naturales).
  2. Dormir las horas necesarias. El descanso adecuado también es necesario para apoyar la desintoxicación.
  3. Alimentación rica en nutrientes (vitaminas, minerales, aminoácidos...), apoyada por suplementos específicos que nos garanticen niveles óptimos de los sustratos y cofactores necesarios para el adecuado funcionamiento de todas las vías de desintoxicación (este punto siempre supervisado por un profesional sanitario)
  4. Practicar técnicas mente-cuerpo que aumenten la resiliencia frente al estrés crónico.